Vida de una Geisha de Mineko Iwasaki - Reseña
Esta novela autobiográfica fue escrita por Mineko Iwasaki,
la geisha más famosa de la historia de Japón, en respuesta a Memorias de una
Geisha, la famosa novela escrita por Arthur Golden. Iwasaki fue una de las varias geishas a las que el
autor entrevistó como referencias para su novela. Ella accedió a hablar con Golden a condición de que su intervención
fuera confidencial. Sin embargo este reveló su identidad mencionando su nombre
en los agradecimientos del
libro, así como en varias entrevistas a nivel nacional. Después de que la obra fuera
publicada, Iwasaki recibió críticas e incluso amenazas de muerte por violar el
tradicional código de silencio de las geishas.
La
artista se sintió traicionada por el uso de una información que ella
consideraba confidencial, así como por la manera en que él autor dio la vuelta
a la realidad, y denunció que la novela era una inexacta deformación de la
vida de una geiko. Iwasaki se sintió particularmente ofendida por el retrato
que se daba en la novela de una geisha que entretiene ejerciendo una la
prostitución como parte de su arte. Por ejemplo, en la novela la virginidad
(llamada "mizuage" en la obra) de Sayuri, el personaje principal, es
subastada al mejor postor. Iwasaki declaró que no sólo esto no le pasó a ella,
sino que no existía ninguna clientela de esta clase en Gion. Parte del malestar
de Iwasaki con Memorias de una Geisha puede haber sido causado también
porque el personaje de Sayuri parece obviamente hecho a imagen y semejanza de
Iwasaki, y porque la mayoría de personajes principales del libro y sucesos eran
paralelos a su vida. Estos personajes y sus experiencias son muchas veces
retratados de forma negativa aun cuando sus referentes reales eran positivos
para la ex geiko. A raíz de todo esto Mineko Iwasaki demandó a Arthur Golden
por incumplimiento de un acuerdo y difamación de personaje en 2001. El juicio terminó con un acuerdo
amistoso en febrero de 2003.
Mi
experiencia personal fue de esta manera, primero leí Memorias de una Geisha, el
año pasado para ser exactos, me parece que es una novela bellísima, no
solamente por la historia, la narrativa de Golden es exquisita; es uno de esos
libros que a duras penas puedes soltar para ocuparte de tus obligaciones
diarias. Bueno para que el señor Steven Spielberg decidiera hacer una película
tan alejada de la ciencia ficción tiene que decir algo sobre este libro, y es
que es una auténtica obra de arte literaria; sin embargo al enterarme de los
problemas que hubo con la artista en la que supuestamente está basado el
personaje principal, obviamente me interese por su historia, y al saber que
había un libro en respuesta a esta preciosa novela, estuve pendiente de
adquirirla en cuanto la viera por ahí (en mi país actualmente conseguir libros
es tan difícil como conseguir todo tipo de enseres y víveres, además que nunca
hemos tenido lo que se llama una gran diversidad de títulos para escoger) tuve
la suerte de ubicarla en una feria y desde luego la adquirí; tengo la mala
costumbre de comprar libros cada vez que puedo e irlos dejando en casa, lo
bueno es que siempre tengo que leer gracias a mi compulsiva costumbre. Ya que
necesitaba algo ligero y corto para irme desprendiendo de La Torre Oscura,
decidí que era momento de darle una oportunidad a la historia de Mineko para
compararla con mi tan querida novela de Golden.
En
primer lugar debo ratificar que este corto relato no tiene jamás la belleza
narrativa que logró Arthur Golden en su historia; si bien actuó mal y
tergiversó la información que le fue cedida, indudablemente es un excelente
escritor, quizás no muy buena persona pero de que sabe cómo contarte una
historia preciosa, sabe hacerlo. Esto sin embargo no le quita interés al relato
de la afamada geiko; la vida de estas artistas siempre nos causará curiosidad a
los occidentales que no entendemos la vocación de servicio y el arte oriental
casi nunca. Iwasaki nos obsequia la
historia de su vida de manera clara y entretenida, si de algo peca la historia
de Golden es de ser un poco melodramática y edulcorada; lo primero que note al
comenzar este libro es que la vida de esta artista se desarrolló en el periodo
post segunda guerra mundial y no en medio de este como se ubica Memorias de una
Geisha. Este pequeño pero significativo cambio le añade un contexto por demás
dramático y desolador que no tuvo la vida de Mineko Iwasaki.
El
otro punto en el que me parece más interesante esta historia y que le faltó a la
historia de mi querida Sayuri, es el ángulo del maltrato recibido por los
hombres, en Memorias de una Geisha Sayuri era constantemente amenazada por la
envidia y las vejaciones de sus congéneres, lo cual tuvo que vivir Mineko
también, eso es cierto, pero esta supo mediar y cambiar su situación en este
sentido, en cambio con los hombres era mucho más difícil tratar. Muchos la
abordaron y trataron de atacarla, y no clientes, estos casi siempre se portaban
de una manera decente, pero los borrachos en la calle y los tipos simplemente
malintencionados que se encontraba a altas horas de la noche al salir de su
trabajo, eran solo una de las cosas con las que tenía que lidiar ¿Y cómo no iba
a pasarle esto de vez cuando si las geiko son lo más cercano al ideal de
belleza femenino de toda una cultura? A la sazón, este punto me parece un eje
importante en la vida de estas mujeres, todas hemos sufrido el acoso masculino
en la calle siendo chicas normales, así que estas exclusivas artistas que viven
para ser perfectas, deben sufrirlo unas mil veces más, viendo que su país también
es extremadamente machista.
Mineko Iwasaki también se esmeró en aclarar fue el asunto del mizuage,
todos vimos o leímos como este ritual en la vida de Sayuri consistía en vender
su virginidad al mejor postor, la geiko aclara que esto le sucede a las
cortesanas japonesas conocidas como Oiran, estas además de prestar un servicio
de entretenimiento artístico a sus clientes, también debían facilitarles placer
sexual; debido al parecido en la vestimenta, peinado y maquillaje de las Orian
y de las Geishas, y el hecho de que
ambas profesiones requerían una sofisticada forma de ser, con la Segunda Guerra
Mundial, las Oiran, particularmente en onsen,
queriendo aprovechar el prestigio de las Geishas se promocionaban de tal forma
ante los turistas (japoneses y extranjeros). Sin embargo hay claras diferencias entre una Orian y una
Geisha, no sólo en apariencia, sino también en los servicios. Aunque las dos
cultivaban el arte de la danza, la música, la caligrafía y la conversación
entre otras artes, no debemos olvidar que las Oiran eran prostitutas de lujo y
sus servicios eran sexuales, mientras que el de las Geishas era puramente
entretenimiento. Dentro del cometido de la Geisha podía producirse el flirteo o
el coqueteo con los hombres, así como juegos de insinuaciones, sin embargo, los
clientes sabían que no podían esperar nada más allá. Sin embargo el propósito
de una Oiran es proporcionar placer sexual, acompañado con entretenimientos
como recitar versos, tocar instrumentos musicales, o mediante la conversación.
Durante el período Edo, la prostitución era legal y las prostitutas, como las
Oiran están autorizadas por el gobierno. Por el contrario, las geishas tenían
estrictamente prohibido la prostitución, y estaba oficialmente prohibido que
tuvieran relaciones sexuales con sus clientes. El mizuage de una geiko en
cambio, consiste en su graduación de maiko a geiko, de aprendiz a profesional
del entretenimiento, esto también se simboliza con el cambio de cuello del
kimono y otros detalles como el cambio del peinado, el corte del kimono; en
fin, toda una simbología oculta para aquellos que no pertenecemos a esta
milenaria cultura. Este punto me pareció realmente interesante, por supuesto
Golden aprovechó este malentendido para darle más interés a su historia, hizo
una especie de fusión entre los dos tipos de artistas y esto es un profundo
irrespeto para la cultura japonesa, ya entiendo la indignación causa por la
novela que tanto me gusta.
Para
finalizar quiero destacar el final de este relato, que si bien no es nada rimbombante
ni triste, es un final excelente, Mineko siempre quiso ser una mujer
independiente y al profesión de geiko no le permitía en lo absoluto la
independencia que ella anhelaba, cuando tuvo renombre, dinero e influencias
hizo todo lo que estuvo a su alcance para conseguir sus sueños y eso me parece
maravilloso; aunque esta novela no es una obra literaria, puedo sentirme mucho más
identificada con la historia de Iwasaki que con el personaje de Sayuri como
tal, y como mujer la respeto mucho; el final de Memorias de una Geisha perpetra
el papel sumiso y servicial de la mujer oriental a su máxima potencia, resulta
muy poético y bonito en ficción, pero el final de la vida de artista de Mineko
Iwasaki es con mucho, más hermoso y creíble que el de Sayuri; por lo menos para
mí es más hermosa la libertad que el amor ciego y servicial.
En
conclusión: No dejen de leerla, sobre todo si leyeron Memorias de una Geisha
porque este pequeño relato aclara muchas cosas que la bonita historia de Arthur
Golden enturbiaron sobre la cultura japonesa y la vida de estas sofisticadas
artistas. Si no han leído ninguna igualmente se las recomiendo las dos, una por
ser una bella historia ficticia y otra por ser una ventana a este curioso mundo
oriental donde las mujeres se transforman en obras de artes vivientes, y no
solo en su aspecto físico, deben tener un conocimiento y una inteligencia que
hagan juego con su bonito aspecto para ser respetadas en este mundo de arte y
ceremonias de lujo; sin duda alguna vale la pena echarle más de un vistazo.
18:24
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